martes, 29 de enero de 2013

LO AZUL DEL CIELO, una reflexiòn


 

 

 

 

LO AZUL DEL CIELO, una reflexión

 

Autor: NELSON RENDÓN GARRO

nelson.rendonga@hotmail.com

Lo azul del cielo es una película con una narración visual que inmediatamente llama la atención del espectador porque no se reduce a los movimientos de cámara convencionales, como que esto es un diálogo y este se filma de la manera en que está escrito en un catálogo. En la primera escena, de los muchachos que practican fútbol, la cámara juega con los deportistas, los sigue en su driblar con el balón, para construir la atmósfera de unos muchachos que se divierten en la noche. Luego viene el ritmo del motociclista con cortes rápidos que indican el recorrido por las calles de la ciudad nocturna.

La historia está dividida en dos grandes actos: el primero se podría decir que es el de la noche y luego aparece el del día, después de la muerte del profesor español secuestrado; el día sería el acto de la claridad, del amor, el cual se ve frustrado por la aparición, nuevamente, de la noche. En el personaje Camilo también se advierte este cambio: en el acto de la noche es un muchacho barbado, mal presentado, que hace parte de una familia mediocre; el papá no vive con ellos y la hermana es una prepago. Camilo, al no sentir muchos deseos de trabajar, se inclina por el dinero fácil y se presta para cuidar al secuestrado. En el acto del día, Camilo aparece sin barba, con ropa limpia y cabello cuidado; estudia música con el fin de conquistar a Sol, la hija del secuestrado. Pero a este personaje no lo atormenta el remordimiento por lo que ha hecho; es un muchacho fresco que busca el amor, sin ninguna convicción; no es el arrepentido que se quiera redimir, y esto se comprueba en el desenlace cuando intenta huir con el dinero y es asesinado por uno de los secuestradores. No se podría tomar la construcción de este personaje como una falla en el guión; más bien se asemeja al momento que viven los jóvenes en este mundo; la vida fácil, sin preocupaciones profundas, sin el remordimiento nacido de una doctrina cristiana, sin la fuerza de un pensamiento moral; si soy malo, por amor me convierto en bueno.

Entre las características de todo arte está la precisión y la sobriedad que se tengan para contar una historia. Lo azul del cielo no cae en excesos; las imágenes narran lo necesario, sin entrar en repeticiones inútiles para alargar la película; tampoco se atiborra con sangre para mostrar que alguien está herido en el combate o cuando el secuestrado muere, en medio del campo, él, simplemente, le manda el reloj a su hija, pero sin esos diálogos aburridos de despedida. Cuántas películas manchan la pantalla con escenas de sangre que lo único que producen son náuseas; tripas salidas, camisas ensangrentadas, charcos de sangre. Este amarillismo pernicioso no se encuentra en esta película, lo que la diferencia de otros filmes que tratan el tema de la violencia.

Es bueno que una película se despoje de las normas impuestas para ser filmada y se dedique a contar la historia valiéndose del conocimiento técnico. Decir que voy a hacer una película de género es empezar con un problema ajeno a la historia; más bien el oficio de rodar una película consiste en explorar en esta, por ejemplo, el género de la noche, de la muerte, pero sin repetir los mismos clichés de siempre. Lo azul del cielo juega con los parámetros de la noche y el día, y maneja muy bien estos dos universales: la noche como símbolo de la muerte y el día como símbolo de la vida; a partir de estos parámetros desarrolla, en el segundo acto, la conquista amorosa de Camilo; el ambiente cambia radicalmente; aparecen los espacios universitarios con las salas de música y las zonas de esparcimiento; el campo deja de ser ese paraje frío con una casa campesina y secuestradores rudos para darle entrada al paisaje luminoso de la relación de pareja.

Sol, al igual que su padre, es la víctima de una violencia ajena a su cotidianidad. Por esto la trama se resuelve entre los secuestradores; los compañeros de Camilo salen de la cárcel y lo buscan para repartirse el dinero del rescate; esto produce un enfrentamiento entre ellos y, además, Camilo es perseguido por la policía. La historia no existe por fuera de una realidad; el guión supo leer esta sin reducirse al sentimentalismo de la víctima y el victimario. Considero que este es un acierto de la película porque rompe con los repetidos paradigmas del cine de buenos y malos.

Una de las virtudes de esta película es que escapa al provincianismo para entrar a una narración más universal; con diálogos generales, sin atiborrarlos del argot de los llamados malos. Lo azul del cielo es una película que igualmente se puede ver en Miami como en Cali, en Barcelona o en Santiago de Chile. Poco a poco la cinematografía nacional se está dando cuenta que las películas no se filman únicamente para un público local (El paseo 1 y 2), cuyos espectadores asisten a la sala para reírse con el mismo humor de Sábados felices; ¡ay!, es que somos tan graciosos.

Lo azul del cielo universaliza la descomposición de una familia y la violencia que existe con el flagelo del secuestro, y lo hace desde lo local, presentando una historia que nos pertenece. El cine, como todo arte, universaliza historias que son locales; lo local se vuelve universal porque se convierte en una novedad para otros que desean conocer tiempos, espacios y personajes diferentes. La calidad narrativa y la fotografía, así como el desarrollo de la historia, le dan la posibilidad a cualquier espectador de entender la trama y reflexionar acerca de personajes como Camilo.

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